22 octubre 2009

Morir en Madrid

España ostenta el triste récord de encabezar la siniestralidad laboral de la Unión Europea. Con una frecuencia inusitada y una notable indolencia, la mortandad obrera crece. Diariamente se registran cuatro casos fatales, pero si las estadísticas fueran más fieles ese drama cotidiano estaría más cerca de la tragedia iraquí que del aparente paraíso europeo.
Por Bernardo Veksler
(Madrid).-Todas las mañanas, en las proximidades de Atocha, se concentran inmigrantes de diversos orígenes, una simple mirada permite detectar una mayoría de jóvenes morenos, en cuyas miradas se perciben las extrañezas del recién llegado, otros aparentan ser curtidos hombres bolivianos, del Este europeo o marroquíes. Con sus bolsos a cuestas esperan entre penumbras. A eso de las 5, aparecen dos camionetas y un camión, empiezan los gritos y murmullos de una medieval transacción. Algunos hombres señalan y los elegidos suben a los vehículos, hacinados partirán momentos después a comenzar su jornada laboral en algún desconocido lugar. Unos cuantos seguirán esperando, sin tener certeza de encontrar sustento para ese día. Así, en numerosos puntos de ciudades y pueblos de España, se concreta cotidianamente esas tercermundistas contrataciones laborales. Sus principales destinos: obras de construcción y tareas agrícolas.
La siniestralidad laboral ha aumentado un 50 por ciento entre los colectivos con mayor desprotección. El 40 por ciento de los accidentados son inmigrantes (cuando sólo constituyen el 10% de la población), los que, en busca de la prosperidad soñada, se someten a jornadas interminables, ritmos de trabajo insostenibles y a la precariedad laboral más absoluta. El sólo hecho de contar con un contrato temporal triplica las posibilidades de sufrir un accidente laboral. En la construcción se concentra el 58 por ciento de los asalariados con ese tipo de relación contractual y el 25 por ciento de los accidentes, según informaron los sindicatos del sector. La diferencia en cuanto a siniestralidad laboral entre trabajadores precarios y fijos se percibe especialmente en el sector de la construcción, donde la temporalidad afecta al 57,82 por ciento de los asalariados. Esta situación está provocando que a diario fallezcan en su centro de trabajo una media de cuatro trabajadores, de los cuales uno es de la construcción, y que más de 40 sufran accidentes graves.
Hace unos días, en una obra de Madrid, un joven obrero búlgaro cayó al vacío por un hueco sin protección, desde una altura de diez metros, se golpeó con hierros, maderas y bloques de cemento, y murió en el acto. Sus compañeros, lejos de acudir en su auxilio, huyeron despavoridos. Temían perder el empleo si eran detectados por las autoridades. Esta actitud denotó que trabajaban para un subcontratista de tercera o cuarta derivación, presumiblemente en negro e incumpliendo de las normas laborales.
Líder en siniestralidad
España sigue siendo el país de la Unión Europea con mayor tasa de precariedad, que con el gobierno de Zapatero no ha parado de subir, del 30 al 34 por ciento en dos años. También es donde más se ha incrementado la siniestralidad y se ubica en el primer lugar de una nada envidiable lista, al registrar el 20 por ciento de todos los accidentes de estos 15 países (su población sólo representa el 11,6 por ciento). Según la UGT, la media de trabajadores muertos alcanza al millar por año, pero en 2006 alcanzó a 1377.
Esas cifras son sólo la punta de un inmenso iceberg. Si se reconocieran en las estadísticas oficiales todos las muertes que tienen su origen en enfermedades o accidentes laborales, se estaría hablando, no de 4, sino de 28 muertos diarios, según un estudio efectuado por el sociólogo industrial Jesús Paniagua Pérez.
El sector de construcción, que en un 99 por ciento está integrado por pequeñas y medianas empresas, es el que concentra mayor riesgo de siniestralidad. Además los responsables están perfectamente identificados, ya que existen unas 30.000 empresas que concentran casi el 48 por ciento de la mortandad laboral, a pesar de lo cual las medidas que se toman son imperceptibles. Por otro lado, sólo en el 15 por ciento de los casos se instruyen procedimientos por homicidio en accidente laboral, el resto queda en la impunidad y constituye un incentivo para que esta calamidad se siga reproduciendo.
La descentralización productiva conlleva necesariamente una traslación de los riesgos laborales hacia empresas piratas cuyos empresarios se aprovechan del incumplimiento de todas las normas de seguridad. Los empresarios siguen burlándose de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales mientras continúan degradando el mercado de trabajo, en el que persiste una alta precariedad laboral, ya que diez de cada once contratos celebrados en España son temporales, afirma Paniagua Pérez.
El número de muertos en accidente laboral durante el primer trimestre de 2007 ascendió a 317, de los que 227 perdieron la vida en el puesto de trabajo y 90 en el viaje de ida o vuelta a su casa, según el Boletín de Estadísticas Laborales (BEL) del Ministerio de Trabajo.
En toda España
Esto ocurre bajo un gobierno socialista, pero en el ámbito regional independientemente de quien gobierne el proceso es idéntico. En Madrid, conducido por el PP, hasta mediados de junio, murieron 54 obreros. La estadística indica que cada tres días fallece un obrero en Madrid. La construcción es el sector que soporta las tasas más elevadas de siniestralidad, el 55,41 por ciento. La prisa por concluir algunas obras faraónicas antes de las elecciones, impuso un precio adicional que fue pagado por los obreros, Comisiones Obreras denunció que se habían producido 1068 accidentes laborales, nueve de ellos mortales, en las obras de la circunvalación madrileña desde su inicio.
En Cataluña, gobernada por los socialistas, el total de accidentes laborales registrados en 2006 fue de 162.979, frente a los 152.674 del año anterior. Los casos mortales registrados en 2006 fueron 143, un 34,5 por ciento más que en el año anterior.
En Extremadura, gobernada desde siempre por los socialistas, a pesar de que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales ha cumplido más de una década, los siniestros laborales no dejan de crecer, el número de accidentes ha crecido un 90,76 por ciento, en ese período, incluyendo las enfermedades profesionales.
16.000 muertos al año
En un accidente la relación de causa-efecto entre el régimen de trabajo y la lesión es evidente. En el caso de las enfermedades profesionales no es así porque operan a más largo plazo. Las enfermedades debidas al trabajo están adquiriendo una mayor presencia entre la clase obrera. Están provocando numerosas lesiones y fallecidos entre la población ocupada. Algunas patologías de origen laboral no están reconocidas. Según los datos de Eurostat, la tendinitis, la dermatitis, la pérdida auditiva, las alergias respiratorias, los trastornos musculoesqueléticos, la silicosis y la asbestosis son las enfermedades profesionales más comunes y que afectan a mayor número de obreros. El estrés entre los obreros es el segundo problema de salud en la Unión Europea: un tercio de los obreros europeos padece estrés laboral, que es uno de los motivos por los que los trabajadores solicitan una baja temporal. Entre las quejas más comunes de los trabajadores se encuentran el gran número de horas trabajadas, los plazos ajustados para realizar las tareas, así como la rapidez para acabarlas en el tiempo convenido.
El responsable de salud laboral y medio ambiente de CCOO, Joaquín Nieto, presentó recientemente las conclusiones del informe sobre el impacto de las enfermedades laborales, que ha sido elaborado por catedráticos universitarios y contó con la colaboración del Ministerio de Trabajo. Entre las conclusiones obtenidas destaca que el 64 por ciento de las enfermedades laborales de los trabajadores no son reconocidas como tales y se tratan como afecciones comunes. Según el registro oficial del 2004 -último año del que hay datos-, en España se producen al año cerca de 30.000 casos de enfermedades profesionales, cuando la cifra más exacta está aproxima a 80.000.
El 94 por ciento de los trabajadores que fallecen por causas laborales lo hacen a raíz de una dolencia que han contraído en su propio empleo. Solo el 6 por ciento muere fruto de un accidente de trabajo. El estudio revela que en España mueren 16.000 personas al año por enfermedades laborales aunque los registros oficiales apenas si se reconocen unos pocos casos.
Los representantes sindicales defienden fervientemente que el estricto cumplimiento de la normativa en materia de prevención de riesgos lograría frenar la elevada siniestralidad. CC.OO aboga porque se destine todo el dinero de las sanciones a prevención de accidentes y la UGT reclama la creación de una fiscalía especial sobre salud y seguridad en el empleo, que tenga en cuenta la realidad del mercado laboral y la degradación de las condiciones de trabajo.
La opinión pública parece haberse acostumbrado a esos dramas cotidianos sufridos por los trabajadores en función de la prosperidad social y los buenos negocios. Mientras los líderes sindicales reiteran estudios y estadísticas, difunden denuncias y gestionan desde sus escritorios, la voracidad empresaria continúa cobrándose vidas sin que tanta tragedia logre conmover a las autoridades.










5000 accidentes fatales diarios en el mundo
Según el último informe publicado, en 2002, por la Organización Internacional del Trabajo, cada año en el mundo 270 millones de trabajadores son víctimas de accidentes de trabajo y 160 millones contraen enfermedades profesionales. El estudio revela que la cantidad de obreros muertos en su puesto de trabajo supera los dos millones por año, unos 5.000 trabajadores al día, y estas cifras están por debajo de la realidad.
En el XVII Congreso Mundial sobre seguridad y salud en el trabajo, celebrado en Orlando (Estados Unidos) a finales de septiembre de 2005, la OIT afirmó que en varios países industrializados, más de la mitad de las jubilaciones son anticipadas o se vinculan a la concesión de pensiones de discapacidad, y no a que los trabajadores alcancen la edad normal de retiro. Los capitalistas tratan de alargar la edad de jubilación cuando cientos de miles de trabajadores llegan al final de su vida desgastados, extenuados, mutilados, arruinados, sin poder disfrutar de los últimos años de su vida. Si bien la esperanza de vida ha aumentado, se traduce también, debido a las secuelas de la explotación, en un estallido de enfermedades del jubilado: cáncer, afecciones cardio-vasculares, depresiones, ataques cerebrales, artrosis, deficiencias sensoriales y demencias seniles, entre otros.

Publicado en www.argenpress.com.ar el 19/6/2007

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