01 diciembre 2012

Acerca del conflicto generado por Mauricio Macri con los trabajadores del Subte



Paradojas de un jefe de gobierno: la distancia que existe entre sus proclamas y su política

La firma subrepticia de un convenio colectivo para los trabajadores del Subte  dejando afuera a sus legítimos representantes, es una evidencia más de la política autoritaria y discriminatoria que lleva adelante Mauricio Macri, acorde con su biografía empresaria y muy alejado de sus discursos proclamando diálogo, consenso y “ondas de amor y paz”

(Por Bernardo Veksler).-  Mientras en un acto reciente, algunos jóvenes ostentaban en sus camisetas la leyenda “Macri es Revolución”, todo indica que, de tener éxito en sus proyectos políticos, el líder del PRO promoverá  una involución social pronunciada.

Actuando con gestos estudiados  de “yo no fui”, victimizándose cada vez que puede o que es urgido a pronunciarse, Mauricio Macri sorprende a la inteligencia con lo paradójico de sus discursos y conductas. Cada vez que un nuevo conflicto asoma en la ciudad, sus actitudes antidemocráticas y autoritarias salen a escena resquebrajando la imagen de “buena onda”, “dialoguista” y “buscador de consenso” que predica en sus discursos.

Por otro lado, contrariando sus quejas al gobierno nacional, por falta de diálogo y poco interés en buscar consenso, sus políticas hacia la ciudadanía porteña potencia las actitudes que dice cuestionar.  En estos días su lamento se centró en la “línea muy agresiva” que había adoptado Scioli y proclamó su rechazo a  “que nuestra política”  siga en la tendencia de “dividir, confrontar y agredir”.

A pesar de haber declarado a Buenos Aires como la “Capital Mundial del Amor”, Macri no toma en serio a las negociaciones, busca imponer autoritariamente condiciones y provoca conflictos y odios a cada paso.

A pesar de haber insistido hasta el cansancio con su prédica por las buenas ondas, la paz y el medio ambiente, y de haber firmado con sus adláteres de “El Arte de Vivir” un convenio para “promover el mejoramiento de la calidad de vida de la ciudad”, las calles destrozadas, el tráfico desmadrado y la acumulación de basura sigue creciendo irracionalmente, sin alguna intervención política seria.

Macri prometió bajar los impuestos. Sin embargo, no dejó de aplicar aumentos en la tasa de ABL, de sellos e ingresos brutos, y de producir revalorizaciones de las propiedades para aumentar la presión fiscal. No conforme con esa tendencia a meter mano en los bolsillos de los porteños ahora pretende crear un nuevo impuesto a los combustibles y peajes.

Durante años, se lavó las manos de la problemática del transporte, salvo para aumentar sideralmente la tarifa del Subte, y ahora, que se vio obligado a asumir su responsabilidad con los porteños, los somete a una parálisis del servicio por su política de imponer condiciones dictatoriales a los trabajadores del Subte, a sabiendas que empujaba a la organización democrática de los Metrodelegados, al ser marginados de las negociaciones, a paralizar el servicio y a los usuarios a una total indefensión.

Como antes ocurrió con los docentes, los estudiantes secundarios, los internos y empleados del Hospital Borda, los vendedores ambulantes, los cartoneros y los sin techo; hoy, con el conflicto que provocó el jefe de Gobierno en el Subte, vuelve a aparecer la verdadera esencia del pensamiento que nutre a su acción política. Dejando en evidencia que la presencia en su gobierno de Abel Posse, “Fino” Palacios, Ciro James y otros oscuros personajes no fue una casualidad, sino la médula de un proyecto político que busca encubrirse detrás de las sonrisas prefabricadas de Macri, Michetti, Rodríguez Larreta y Vidal.

Desde hace más de una década los trabajadores del Subte vienen luchando por sacarse de encima a la patota de la UTA, que no sólo los dejaba inertes ante las sucesivas autoridades, los matoneaba ante cada atisbo de democracia sindical y los esquilmaba con su desinterés por los salarios, sus exacciones abusivas de cuota sindical e imposiciones convencionales. Con una acción sindical ejemplar, llevaron a la práctica un modelo democrático de acción gremial, basado en las asambleas y el debate, superando la metodología burocrática de convocatoria inconsulta a medidas de fuerza. Ese proceso renovador es intolerable para el jefe de Gobierno y lo quiere aplastar.

Macri no puede desconocer ese enorme avance democrático consumado en el Subte. Pero, muy lejos de sus discursos de buen talante, decidió sólo negociar y firmar con la mafia de la UTA, que no sólo desconoce a los verdaderos dirigentes, sino que impone exacciones a los trabajadores en descuentos de sus haberes por normas convencionales, sea o no afiliado, y por deducción de días de paro. El acuerdo de Macri con la UTA demuestra la catadura moral y la poca devoción democrática del líder del PRO.

Los dirigentes sindicales no deben ser elegidos por los patrones, sin embargo Macri decidió imponer a sus gremialistas y anunciar que no va a reconocer ni negociar con los auténticos líderes. Esto, no puede denominarse de otra manera que una provocación, que promovió el conflicto para intentar defenestrar a la dirigencia democráticamente elegida.

Con todo cinismo, Macri, Rodríguez Larreta y la Vidal salieron a divulgar el nivel salarial de los trabajadores para producir enfrentamientos con los usuarios, cuando el problema no estaba centrado en esa cuestión sino en la maniobra que orquestaron para desconocer a la verdadera representación gremial.

Un párrafo aparte merecen los periodistas que tratan el tema. Algunos, directamente alineados con la prédica macrista, cargan las tintas sobre el perjuicio que los trabajadores le causan a los usuarios y presentan descaradamente el conflicto como “una interna gremial”. Otros, que buscan exhibir una obsesiva neutralidad, se dedican a plantear la aparente inocente pregunta: “¿no puede haber otra metodología que no sea el paro?”, dejando en evidencia que la neutralidad es una línea muy fina, que tiende a deslizar a favor de los poderosos a los que pretenden practicarla. Muy pocos señalaron la verdadera esencia del conflicto: la provocación autoritaria de Macri, Metrovías y UTA, el desconocimiento de los verdaderos dirigentes y la imposición de exacciones impropias a los salarios de los trabajadores del  Subte.

Mientras Macri hilvana sus propuestas antidemocráticas, antidialoguistas y no busca el consenso, su vida transita por caminos muy prósperos. En su declaración jurada reconoció un aumento de sus bienes del 85 por ciento el último año, al declarar que su patrimonio suma más de 61 millones de pesos.

Es decir que mientras despliega los hábitos aprendidos en su vida empresaria, donde no dudó en contrabandear autos, nutrirse de las privatizaciones y negociados con el estado, y pactar con la lacra de la burocracia sindical, sigue aumentando sustancialmente su patrimonio. Es decir, que continúa como toda su vida, muy alejado de las preocupaciones cotidianas de las familias obreras y desinteresado del progreso social.  

 

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