04 noviembre 2015

Desde la izquierda, no voto en blanco


El formidable ataque contra los trabajadores y el pueblo que augura un eventual triunfo de Cambiemos, erradica cualquier posibilidad de ser neutral.

No quiero cargar con la culpa de haber callado ante el peligro.

 

POR QUE NO VOTO A MACRI:

1-   Por los festejos anticipados de la oligarquía, las multinacionales y la usura internacional. El sorpresivo resultado electoral conquistado por Cambiemos, provocó la euforia de la Sociedad Rural, la UIA, el FMI y otros representantes del gran capital; que tuvo su correlato en el alza bursátil de las acciones argentinas, imaginando los excelentes negocios que piensan realizar con la megadevaluación del dólar, las facilidades para los capitales golondrinas y la importación. Los argentinos recordamos con estremecimiento las épocas que se aplicaron esos planes que arruinaron a la industria nacional, multiplicaron las deudas y la desocupación.

2-  Por las consecuencias de la liberación del dólar. Liberar el mercado del dólar, como anunció Macri, implicará llevar su cotización a valores de entre 15 y 20 pesos, y significará que todos los que dependen de un ingreso fijo van a sufrir una drástica reducción, por la disparada de los precios que se derivará de una devaluación semejante. Esto generará una transferencia colosal de recursos hacia los exportadores y grandes empresarios. Cualquier trabajador que vote a Cambiemos debe saber que está avalando que le metan impúdicamente la mano en el bolsillo.       

3-   Porque no se puede combatir la inseguridad aumentando la marginalidad. Una parte de los votantes del macrismo definieron su apoyo por la inseguridad que sufren. Para que eso ocurra, fueron determinantes las políticas neoliberales que destruyeron el empleo y condenaron a la marginalidad a millones de personas. Si se implantan las leyes selváticas del mercado, la drástica eliminación de subsidios e incentivos a la demanda; el previsible resultado será un considerable aumento de nuevos contingentes de excluidos que, en su desesperación, van a alimentar mucho más la inseguridad y dejarán para la clase media la única salida de abroquelarse en nuevas y más complejas fortificaciones.

4-   Porque un corrupto no puede terminar con la corrupción. El argumento cínicamente utilizado por los referentes macristas y por las corporaciones mediáticas es el de terminar con la corrupción. El caso Niembro sacó a la luz el modus operandi de Macri: contrataciones directas a los amigos, montos inusitadamente inflados para las obras, productos o servicios contratados –que en algunos casos ni siquiera se realizan- y utilización del nombre de empresas que ni sabían que habían sido contratadas. El récord de cotización de las acciones de su amigo Caputo (contratista de la mayoría de las obras públicas porteñas) indica que el mercado percibe que los negociados se van a multiplicar si gana el PRO. Pero, ¿puede sorprender que un miembro de la familia Macri incurra en esas prácticas? La historia de su enriquecimiento fue fruto de acciones non sanctas: su endeudamiento externo fue absorbido por el Estado y su prosperidad fue amasada en negociados con dictadores (las sospechosas y abultadas concesiones conquistadas por Manliba) y privatizadores. Macri no cumplió con el contrato de privatización del Correo y fue procesado por contrabando de autos. Los que creen que Macri va a terminar con la corrupción, pecan de un exceso de inocencia.

5-   Porque augura mucha rosca y poca independencia de la Justicia. Existen muchas evidencias del comportamiento amañado de Macri con el Poder Judicial. Las numerosas causas que se le iniciaron (y que en varias fue procesado) terminaron cajoneadas, prescriptas o paralizadas por las chicanas de sus abogados. Siempre tuvo una afición por rodearse de jueces y fiscales adictos, como los demuestra la inclusión del fiscal Stornelli en la directiva de Boca. Angelici es el gran operador que organiza roscas y agasajos para tener armada una red de protección que les garantice impunidad. Por eso, resulta incongruente la pregonada independencia del poder judicial con las acciones llevadas a cabo.     

6-   Por el huevo de la serpiente que se está incubando. La serie de acciones violentas protagonizadas por grupos de choque fascistas en Mar del Plata contra las manifestantes del encuentro de mujeres y la salvaje agresión contra jóvenes gays, no pueden aportar otra cosa que perplejidad. Las concretaron sectores vinculados al intendente electo por Cambiemos Carlos Arroyo, un conocido admirador del nazismo. Resulta preocupante que Macri no haya repudiado esas acciones y que viaje a festejar con ese sujeto. Es coherente con sus antecedentes: la represión contra indigentes a través de la fuerza especial que creó, la del Borda -que incluyó a los pacientes- o la de los activistas culturales de la Sala Alberdi. A lo que se agrega el espionaje telefónico que diseñó con el Fino Palacios y Ciro James, y su prédica conciliadora con los genocidas –cómo sugestivamente impulsó la UCA, la incubadora de sus cuadros dirigentes-, augura que los juicios y el esclarecimiento del genocidio tendrán con Macri un nuevo Punto Final. Con el PRO en el poder se corre el riesgo de que estos embriones fascistas se potencien y se conviertan en un verdadero peligro para la democracia y la libre expresión de las ideas.

7-   Por la riesgosa concentración de poder que significará gobernar la ciudad, la provincia y la Nación. Semejante conquista de la derecha argentina significará que la jauría oligárquica que se encuentra agazapada desate su furia más desenfrenada contra los sectores populares. El compromiso público de Macri en el último Coloquio de IDEA –la crema empresaria- de que “va a consensuar todo con ellos”, es un indicio del peligro que se cierne sobre los asalariados, jubilados y el pueblo. Las corporaciones impondrán sus condiciones y, como han sostenido, resulta previsible que se congelarán paritarias y aumentos salariales. Además, ya han anticipado que planean eliminar los subsidios, reajustar las tarifas, liberar las importaciones, pagar a los fondos buitres y reendeudar al país. Por lo tanto, este enorme poderío de la derecha, sin lugar a dudas, romperá todas las compuertas para generar un ataque vengativo contra los más desprotegidos. Es un peligro que no puede dejar de considerarse sin sentir culpa por la complicidad cometida.

POR QUE SCIOLI

El voto crítico a favor del Frente por la Victoria podría estar plenamente justificado con sólo advertir el peligro que se cierne sobre los trabajadores. Pero, existen otros aspectos a tomar en cuenta. A pesar de la tibieza y generalidades de su discurso, Scioli planteó su compromiso de continuar la política hacia los sectores populares, como las paritarias, los reajustes periódicos de jubilaciones y asignaciones, y la mantención del sistema previsional de reparto; la jerarquización de los derechos humanos, la recuperación de YPF y Aerolíneas, y la resistencia a los embates de los fondos buitre. Recalcó el criterio de que el estado debe tener un rol activo en la economía, tanto en la regulación como en el fomento de las actividades consideradas estratégicas, como los desarrollos científico- tecnológicos y su industrialización, y manteniendo la gratuidad de la enseñanza y la salud pública.

Esta postura resulta propicia para plantear el debate y la profundización de estas medidas, como la reforma impositiva que grave progresivamente la renta empresaria y la necesaria nacionalización del comercio exterior y del sistema bancario, entre otras medidas esenciales para terminar con las corridas cambiarias y la fuga de capitales, y poder volcar hacia los trabajadores y el pueblo los inmensos recursos que se apropian los monopolios y el capital financiero.   

 

El 2 y 3 de noviembre de 1977


Una noche de secuestros de obreros ceramistas

 

 Por Bernardo Veksler

 

“Como estábamos despedidos, con mi mujer nos quedábamos a ver televisión, que en esa época la trasmisión terminaba a la una de la madrugada. A esa hora se escuchó que nuestro perro empezó a ladrar, me asomo y veo que entran varios tipos corriendo por el pasillo, con armas largas y con pistolas en las manos. Yo le digo a mi esposa: ‘nos vienen a buscar’. Uno golpea la puerta y empieza a gritar ‘dale, dale; abrí’. Me pongo a un costado y abro la puerta, se meten y uno me agarra del cuello, me tira al piso y me pone una pistola en la cabeza y me preguntan: ‘¿vos sos Pablo? (...) Pasó más de media hora así y vino uno que dijo: ‘en el fondo hay otra casa’. Tenía un hermano discapacitado de unos cuarenta años, que después también desapareció, venía para mi casa alarmado por los ruidos y lo agarraron a golpes. Les digo: ‘por favor, no le peguen que es enfermo’ y al rato lo dejaron. En tanto, ya se llevaban a Pablo (…) años después, los vecinos se animaron a hablar y dijeron que eran todos camiones del Ejército, del Batallón 601”.

Este relato de Ramón Villanueva, es uno de los testimonios presentados por el autor de esta nota en el libro La Batalla de los Hornos que describen los operativos llevados a cabo durante la noche del 2 y la madrugada del 3 de noviembre de 1977. En pocas horas fueron secuestrados al menos siete obreros de la fábrica Lozadur: las hermanas Felicidad y Dominga Abadía Crespo, Sofía Cardozo, Elba María Puente Campo, los delegados Pablo Villanueva e Ismael Notaliberto y Francisco Palavecino, directivo del sindicato ceramista.

El circuito de terror había comenzado antes de la medianoche en Del Viso, en la casa de las Abadía Crespo; luego continuó en la vivienda de los Villanueva, en Adolfo Sourdeaux;  en la de Ismael Notaliberto, en Boulogne; y en la de Francisco Palavecino, en Don Torcuato.
El 27 de octubre, habían sido secuestrados los ceramistas Juan Carlos Panizza, Faustino Gregorio Romero y José Agustín Ponce, en la propia planta fabril de Cattaneo, y Jorge Carlos Ozeldín, secretario gremial del sindicato, fue arrancado de su domicilio.

No obstante, todavía perdura el interrogante sobre la cantidad de víctimas que esta patota consumó en esa saga sangrienta. Un documento desclasificado del Departamento de Estado de los Estados Unidos (Disappearance of ceramics workers in 1977), dio cuenta de un informe girado por la embajada en Buenos Aires, a raíz de estos secuestros.

La delegación diplomática informaba: “hemos podido confirmar estas desapariciones a través de una fuente que consideramos segura, que está en contacto con la administración de la firma. Esta fuente informa que, en total, él ha oído denuncias de entre 15 y 20 desapariciones de trabajadores de Lozadur en noviembre de 1977 y de 5 a 10 de trabajadores de otras plantas de cerámica en la misma área, posiblemente por elementos de inteligencia operando desde la Escuela de Comunicaciones en el cercano Campo de Mayo (…) Otra fuente que se codea con agentes de inteligencia del Ejército nos dijo que 19 trabajadores de cerámica fueron ejecutados en Campo de Mayo en noviembre de 1977.

El documento incluía un comentario: “creemos que hay un alto grado de cooperación generalmente entre representantes de la administración y las agencias de seguridad orientada a eliminar infiltrados terroristas de los lugares de trabajo industriales y a minimizar el riesgo de conflicto”.

Los obreros ceramistas se venían destacando por su combatividad desde que su antigua bronca estalló en mayo de 1973. Esas luchas les permitieron obtener importantes reivindicaciones laborales y salariales, y la expulsión de la conducción sindical de Roberto Salar. Los ceramistas fueron el único gremio que logró remover a su dirigencia por la acción directa. Este logro se pudo concretar gracias a la actuación de la Agrupación Evita (JTP) que encabezó esas movilizaciones.

Los días previos a los secuestros, los obreros de Lozadur y Cattaneo venían desarrollando medidas de fuerza en pos de lograr un aumento de salarios. A principios de octubre, Pablo Villanueva fue citado al Ministerio de Trabajo para una reunión con la patronal y el interventor del sindicato ceramista de Villa Adelina, gendarme Máximo Milarck. Allí, fue responsabilizado por el conflicto y amenazado de aplicarle la Ley de Seguridad Nacional.

La complementariedad entre militares y patrones dio un nuevo paso, la empresa de la familia Amoroso Copello despidió a trescientos cincuenta del millar de operarios que contaba. Luego, los militares consumaron el macabro operativo destinado a aplastar el conflicto a sangre y fuego.